viernes, 17 de febrero de 2012

Postres de antes...

Algo dulce, algo dulce quiero algo dulce
un helado? un alfajor? una golosina?
no no no no, una torta, una torta con crema
sin gastar tanto, y con idéntico resultado pasar por una pizzería del barrio de chacarita y pedir un palo de jacob
porqué se llamarán así? no sé pero la experiencia fue sublime: masa bomba, crema chantilly, copitos de mousse de chocolate y frutillas!!!

miércoles, 15 de febrero de 2012

Películas Deliciosas 4: Hechizo de Luna (Moonstruck)

 Hechizo de luna fue una comedia de 1987 que retrató con humor e ironía la cultura italo americana en estados unidos. Protagonizada por la vibrante Cher y por Nicolás Cage muestra los vaivenes del amor, las pasiones, el conformismo del matrimonio y las convenciones acerca de lo que debe y no debe hacer una mujer. Todas estas cuestiones se alborotan y toman cursos impensados por efecto de la aparición de una extraña luna en el cielo de Nueva York que afecta las conductas de todos los personajes.  A mí me resultó deliciosa y creo que en su momento tuvo una gran repercusión.  Pero más allá de su impacto cinematográfico la película quedo presente en mi, de un modo imborrable por lo siguiente: en una de las escenas, la madre del personaje de Cher, interpretada por la actriz Olimpya Dukakis, cocina un desayuno que una y otra vez repetí en mi propia cocina y que desde el momento en que vi esa película quedó incorporado como el desayuno de algún domingo de aburrimiento y tentación por algo rico y distinto. Los huevos de Hechizo de luna… me han deleitado a través de los años, también como merienda o en cualquier momento del día, acá les doy la receta y les muestro las fotos de mi última versión





 Receta facilísima:

-      Hacer un agujero en el pan
-     Dorar de ambos lados con manteca
-     Insertar el huevo en el agujero
-    Dorar levemente de ambos lados nuevamente y agregar sal y pimienta
-     consumir bebiendo Café (recomendado)


Cortado Uruguayo - sabores de la infancia (1)

Escuchaba la radio y un locutor, muchacho que viene del stand up y todo lo dice con cierta ironía, dijo algo que no descarto sea verdad:
"Los uruguayos son como nosotros pero mejores"

Todos sabemos que los porteños tenemos fama de ser algo arrebatados, pretenciosos y de escasos modales y si bien las generalizaciones nunca son justas  quien haya viajado a Uruguay ha notado  que aunque no sea políticamente correcto decirlo, el trato general es mucho más amable y ellos tienen un modo de hablar más sereno, educado y amigable…

Los Urugayos me caen bien, siento por ellos un respeto y una simpatía especial que surge de la historia repetida en mi familia de que mi madre tuvo que volar a Buenos Aires para que mi nacimiento se produjera acá, a minutos del obelisco, ciudad donde supuso mi familia que yo pertenecía… Nunca estuve convencida de pertenecer a esta ciudad y mis interminables veranos en uruguay me acercaron a tantas costumbres de nuestros hermanos como a ciertos sabores y aromas que han quedado en mis recuerdos y protagonizan a veces mis añoranzas…

Una de ellas es la del sabor y la delicada apariencia del famoso cortado uruguayo:

Quien ha viajado a Uruguay siendo argentino y amante del café, no pudo obviar vivir la experiencia más deliciosa que convierte al simple hecho de tomarse un cortadito en un momento sublime. El cortado uruguayo se distingue a simple vista del argentino por servirse en un vasito corto, el mismo que acá utilizan en los bares para darte el agua o soda que acompaña el cortado que es servido, generalmente en un pocillo. Cruzando el charco lo preparan de modo tal que terminamos encontrando en ese vasito un degradé de cuatro colores, el blanco de la leche, el de la mezcla de la misma con el café en una gama obscura, el  color café con leche y finalmente la nube de espuma que lo corona, blanca y etérea…

Luego… el sabor. Uds. se preguntarán, ¿que podrá tener de especial si es un cortado al fin de cuentas? Bueno, eso no se explica con palabras señores, yo he presenciado atardeceres en ciertos cafés uruguayos donde la gente esperaba parada hasta una hora, solo para cumplir con el ritual de beberse esa mágica y simple bebida. La rutina era la siguiente: salir de la playa aún arenosos y con el cabello revuelto con restos de la sal del mar, despidiendo aroma a coco por las cremas para el bronceado que daban un brillo especial a la piel y pasar si o si por cierto café, donde a pesar del cansancio era necesario beber ese cortado antes de seguir el camino hacia la ducha reparadora...

La buena noticia es que encontré en el barrio de caballito un café donde sirven una versión casi perfecta del cortado uruguayo, a pocas cuadras del Parque Centenario, la mala, es que no recuerdo las coordenadas exactas…

Podrán imaginar que volveré, y les traeré la foto y la dirección exacta. Otra curiosidad… no encontré en la web una sola foto que dé cuenta de todo lo que aquí les comento… Casi llego a pensar que solo imaginé ese cortado perfecto, equilibrado y reconciliador con la vida… deberé salir a buscar esa foto, y más lugares donde pueda beberse un cortado que deje atrás a cualquier café expresso top de los tantos lugares de diseño o de inspiración norteamericana que abundan en nuestra ciudad. Algunos de ellos logran, no lo niego, servir un muy buen café, aunque siempre se tratará de gente extranjera, para quienes la calidad del café latinoamericano, resulta ser un descubrimiento tardío. Entonces vienen a nuestros países a contarnos, las cualidades del grano, los beneficios del café, la cultura del café y la infinidad de formas en las que podemos disfrutarlo junto con las bondades de lo que ellos denominan comercio justo.

Todo bien, los amantes del café serán mis amigos siempre, vengan de donde vengan, pero a mí señores, que de niña ya distinguía la calidad y el sabor de un buen cortado uruguayo de un cortadito del montón… no me van a enseñar demasiado…