No fue hace mucho tiempo cuando miraba uno de los tantos capítulos de una de mis sitcoms favoritas y al observar que los amigos desayunaban bagels, servidos en una especie de canastita, pensé que el bagel es al neoyorkino lo que la medialuna es al porteño. ¿A qué me refiero con esto? A qué se trata de un alimento cotidiano, popular y claramente incorporado en la dieta del norteamericano promedio. Imagino que habrá tantas panaderías que vendan bagels por allá como lugares donde comprar medialunas por acá. En ambos casos, se trata de un producto de panificación, los cuales todos sabemos, que potencian su sabor y textura cuando se consumen tibios, con esa frescura de recién salidos del horno. Mis desayunos norteamericanos, como les comenté en alguna oportunidad, consistían en cereales con leche como primera opción, y las tremendas hotcakes como segunda. Se comprende la elección si tenemos en cuenta que en las dos oportunidades en las que viajé con mi familia a estados unidos, yo era una niña y no me importaba demasiado cuantas calorías, azúcares o grasas incorporaba con el desayuno. Hoy no pienso igual, y desayunar con medialunas si bien me resulta una idea tentadora, no es algo que haga a menudo.
Por otro lado, todos los días consumo cierta cantidad de pan, una porción precisa que corresponde a un desayuno aceptable y no excesivo. Puedo elegir un pan integral de salvado, cinco rodajitas finitas de una baguette, o alguno de mis pancitos caseros. Como podrán imaginar, hoy elegí encender el horno y calentar por 15 minutos un bagel de sésamo mientras el café terminaba de caer en mi cafetera, para untarlo después con un poco de queso tipo philadelphia. Resultó ser una feliz coincidencia que hubiera quedado algo de ese queso blanco untable y cremoso, el que tampoco consumo en forma cotidiana. Respecto a mi bagel de hoy les cuento, tal como dicen en www.quierobagel.com, pude comprobar que es un pan denso que al ser hervido previamente al horneado, adquiere una cubierta ligeramente crujiente.
El sabor, debo decirlo, delicioso, ideal para un desayuno aunque sus posibilidades como más adelante les comentaré, son infinitas. También me tranquiliza saber que en la justa medida, no implicaría un exceso calórico y bien podría consumirse en forma habitual. Por supuesto que no sería hoy el día en el que encontraría la justa medida, ya que por estar comprometida en la investigación tuve que hacer un sacrificio y comerme un bagel entero, lo cual, lamentaría si no hubiera estado tan delicioso....
a mi también me vuelve loco el pan, y esto parece ser una delicia, además usted lo describe tan bien que se me hace agua la boca..
ResponderEliminarque lindo comentario!!gracias y le confirmo,una delicia!!
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